27 de mayo de 2006
Exposiciones (I): Museo Capodimonte, en Salamanca, Madrid y Sevilla
La pasada semana he acompañado, durante un par de días, a un grupo de 50 jóvenes líderes iberoamericanos que visitaban Salamanca y Valladolid.
Salamanca, es, a mi juicio, una de las ciudades más hermosas y agradables de España. Su arquitectura clásica y contemporánea, su ambiente universitario y cosmopolita, y su siempre reconfortante gastronomía, justifican sobradamente la visita. En mi caso, intento, por ejemplo, no perdonar, ni cuando el termómetro señala bajo cero, un largo paseo nocturno, que me lleva obligadamente a la Plaza Mayor, la Catedral, la Universidad y San Esteban. Ya de día, intento, si la agenda lo permite, visitar alguna gran obra, clásica o contemporánea, como el Palacio de Congresos de Navarro Baldeweg. Finalmente, suelo dar cuenta de una buena comida castellana, como la que que en esta ocasión tuvo lugar en Casa Mauro.
Esta vez he tenido, además, la fortuna de encontrarme, casi por sorpresa, con una soberbia exposición patrocinada por Caja Duero. Se trata de una selección de 54 obras maestras procedentes del Museo Capodimonte, de Nápoles. Aunque hoy será el último día en que abra sus puertas en Salamanca, en unas semanas se expondrá en el Palacio Real de Madrid, y posteriormente en el Museo de Bellas Artes de Sevilla, por lo que recomiendo vivamente la visita.
La exposición comienza, cronológicamente, con la "Santa Eufemia" de Mantegna (1454), y culmina con un retrato de Murat de Antonio Calliano, firmado ya en el siglo XIX.
"La Magdalena", de Tiziano, y "El Soplón", de El Greco, son, quizás, las mejores obras de una exposición que habla, sin aspavientos, de cómo a lo largo del tiempo, los europeos hemos compartido creencias, ideales, circunstancias e historia.
Otras obras impresionantes son un Cristo crucificado de Van Dyck, algunos lienzos de la escuela tenebrista surgida en torno a Caravaggio, y alguna de las grandes composiciones de Luca Giordano. Mantegna, Rafael y Ribera también están entre los grandes autores expuestos.
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Tres meses, una vida
Han pasado, fugazmente, tres meses desde mi último post.
Tres meses frenéticos, en los que he tenido ocasión de viajar por mi trabajo a lugares como Estambul, Nueva York y Roma.
Tres meses que han pasado tan rápido como un segundo, o como toda una vida.
Nuestro cerebro sería perfecto si permitiera congelar en la memoria determinados instantes, para recobrarlos con todo detalle en otro momento.
Tres meses frenéticos, en los que he tenido ocasión de viajar por mi trabajo a lugares como Estambul, Nueva York y Roma.
Tres meses que han pasado tan rápido como un segundo, o como toda una vida.
Nuestro cerebro sería perfecto si permitiera congelar en la memoria determinados instantes, para recobrarlos con todo detalle en otro momento.
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