Dentro de pocos días visitaré de nuevo Nueva York, y como desde hace algún tiempo, me volveré a alojar en el Hudson Hotel, creado por Phillippe Starck para Ian Schrager. O al revés... Da igual. Volveré.
Starck es, a mi juicio, el mayor ilusionista de nuestro tiempo. Aún recuerdo cómo quedé epatado, allá por el verano de 1992,por mi primera visita al Teatriz de Madrid. Y desde entonces no he dejado de seguir con admiración sus barrocos trucos con puntos de fuga oblícuos, muros de textiles vaporosos, lamparitas, luces teatrales, maderas, mármoles, espejos, velas, mobiliario algo extravagante y telas teñidas de estrafalarios tonos. Entono el mea culpa de haber copiado alguno de ellos...
Pero, como todo mago, Starck esconde detrás de sus trucos un artificio. Y cuando se descubre el artificio, la magia se esfuma. O no... Stark es grande hasta para eso.
Siento que me volveré a maravillar de nuevo en el Hudson...
1) ...A pesar de saber que dos espejos paralelos y un vidrio en la ducha es la mejor de las maneras para multiplicar hasta el infinito un espacio más pequeño que los camarotes de tercera clase del Queeen Elisabeth.
2) ...A pesar de evidenciar que muchos baños de la España de los años 60 (o de la América Profunda del XIX) lucen un asombroso parecido, aunque menos depurado, con las creaciones originales del genio francés.
3) ...A pesar de pensar que el parecido entre la discoteca del Hudson y algunas escenografías de "2001, una odisea en el espacio" no puede ser simplemente casual.
4) ...A pesar de saber cómo, allá por 1918, un loco llamado Spencer Penrose, más conocido como "el Rey del Ocio" creó en Colorado Springs el espectacular Broadmoor Hotel, en cuyo lobby aparece -80 años antes- el dramático recurso de una escalera mecánica, como en mi admirado Hudson... El tal Spencer Penrose decidió poner en ese sitio tan tecnológico artefacto como gesto de bienvenida a los huéspedes, mientras que el Rey del Ocio de finales del XX, Ian Schrager, probablemente decidió hacerlo, siguiendo los consejos del divo Starck, como provocación, como el que cuelga retratos de vacas con sombrero, o librerías de libros inalcanzables...
Volveré, por tanto, al Hudson. Y lo disfrutaré, como siempre, más que nunca.
21 de agosto de 2008
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