29 de diciembre de 2005

El tiempo cíclico (a propósito de lo mejor de 2005)

Termina 2005, y se publican las listas con lo mejor del año. Creo, como El Cultural de El Mundo, que "Las Pasiones", de Bill Viola, ha sido la mejor exposición.


Cada fin de año es idéntico al anterior porque nuestra incapacidad para asumir la muerte nos conduce a vivir de forma cíclica, no lineal. En tiempos de agnosticismo, una vida en línea recta se convierte en el peor de los laberintos, porque está abocada a la mayor de las incertidumbres.

Organizando el tiempo de forma cíclica jugamos con la posibilidad de comenzar de nuevo, intentando olvidar proyectos fallidos y recuerdos dolorosos. Clasificar nuestra experiencia en bucles melancólicos nos ilusiona con la sensación de que controlamos el tiempo y los recuerdos en mayor medida de lo que somos capaces de hacerlo.

El fin de año es, por tanto, momento de borrones y cuentas nuevas, de principios y finales, aunque casi siempre se trate de intentos fallidos, porque ni podemos administrar de forma precisa lo que almacena nuestro cerebro, ni somos capaces de adaptar el paso del tiempo al ritmo de nuestras intenciones.



"Las pasiones", de Bill Viola tiene mucho que ver, a mi juicio, con esa percepción circular del tiempo, y con nuestro inútil esfuerzo por controlarlo.

Viola ha tratado de reflejar, según sus propias palabras, "el paso de una ola emocional a través de un ser humano", y a mi juicio lo consigue. Para lograr la conexión entre la obra y su espectador, el movimiento se ralentiza más allá de lo que somos capaces de percibir (hasta 300 fotogramas por segundo), haciendo que las emociones trasciendan su dimensión temporal.

El tiempo circular se presenta en "Las Pasiones" a través de la revisión en clave contemporánea de una temática clásica, y de la presencia de "arcos de intensidad" que alternan emociones contrapuestas (alegría y pena, cólera y miedo); pero, sobre todo, tiene que ver con la dolorosa experiencia de la muerte de un ser querido, y la evidencia, en ese momento, de que somos incapaces de controlar el tiempo de una vida que se va, arrastrando, con ella, parte de la nuestra (el padre de Viola falleció en 1998,cuando el artista comenzaba a concebir esta serie).

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