26 de diciembre de 2005
"La ciudad genérica", por Rem Koolhaas
1.1. ¿Son las ciudades contemporáneas tan similares entre sí como los son los aeropuertos? ¿Hay base teórica para definir una convergencia a un modelo único? ¿Y si es así, a qué configuración final vamos? La convergencia hacia un modelo único sólo es posible si la ciudad se despoja de su identidad, lo que tradicionalmente se ha considerado de forma negativa. Pero está ocurriendo a gran escala, lo que quiere decir algo. ¿Cuáles son las desventajas de la identidad, y a la inversa, cuáles son las ventajas de la inexpresividad? ¿Que ocurre si esta homogeneización aparentemente accidental -y usualmente lamentada- fuese un proceso intencional, un movimiento que se aleja conscientemente de lo diferente para tender hacia lo unitario? ¿Cómo saber si estamos siendo testigos de un movimiento global de liberación bajo el lema "¡Abajo lo característico!"? ¿Qué quedará después de que la ciudad se haya despojado de su identidad? ¿Será lo Genérico?
1.2. Desde un punto de vista contemporáneo no percibimos nuestra contribución a la identidad urbana, porque dicha identidad deriva de la sustancia física, de lo histórico, del contexto, de lo real. Pero como el crecimiento humano es exponencial, el pasado se terminará volviendo demasiado "pequeño" para ser habitado y compartido por aquellos que estén vivos. Nosotros mismos agotamos el pasado. Hasta tanto la historia encuentre su depósito en la arquitectura, inevitablemente las cantidades humanas actuales reventarán y reducirán la substancia previa. La identidad, concebida como ésta forma de compartir el pasado, es una propuesta destinada al fracaso: en un modelo estable de continua expansión de la población, no sólo hay proporcionalmente cada vez menos que compartir, sino que la historia también tiene una ingrata vida a medias. Como se abusa más de ella, se vuelve menos significativa, al punto que sus derogatorios panfletos se tornan insultantes. Esta disolución es exacerbada por la masa de turistas en constante aumento, una avalancha que, en una búsqueda perpetua de "carácter", va moliendo las identidades exitosas, hasta convertirlas en un polvillo insignificante.
1.3. La identidad es como una trampa para ratones en la que más y más ratones tienen que compartir la carnada original, y que, inspeccionada más de cerca, puede haber estado vacía desde hace siglos. Cuanto más fuerte es la identidad, más encarcela, más resiste la expansión, la interpretación, la renovación, la contradicción. La identidad se vuelve como un faro -fijo, sobredeterminado: puede cambiar su posición o patrón que emite solamente a costa de desestabilizar la navegación. (París sólo puede volverse más parisina -ya está en camino de convertirse en hiper-París, una pulida caricatura. Hay excepciones: Londres -su única identidad es una carencia de identidad clara- está perpetuamente volviéndose aun menos Londres, más abierta, menos estática.)
1.4. La identidad centraliza; insiste en una esencia, un punto. Su tragedia se da en simples términos geométricos. Mientras la esfera de influencia se expande, el área caracterizada por el centro se vuelve más y más grande, diluyendo desesperanzadamente tanto la fuerza como la autoridad del núcleo; inevitablemente, la distancia entre el centro y la circunferencia se incrementa hasta el punto de ruptura. En esta perspectiva, el reciente y tardío descubrimiento de la periferia como una zona de valor potencial -una especie de condición prehistórica que podría finalmente ser digna de la atención arquitectónica- sólo es una disimulada insistencia sobre la prioridad y dependencia del centro: sin centro, no hay periferia; el interés en el primero presumiblemente compensa por el vacío del último. Conceptualmente huérfana, la condición de la periferia empeora por el hecho de que su madre todavía está viva, robándose el show, acentuando las deficiencias de la cría. Los últimas vibraciones que emanan del exhausto centro impiden la lectura de la periferia como una masa crítica. No sólo el centro es, por definición, demasiado pequeño para realizar sus tareas asignadas, tampoco es más el centro real sino un espejismo marchito camino a la implosión; aun así, su presencia ilusoria deniega al resto de la ciudad su legitimidad. (Manhattan denigra como "gente de puente y túnel" a aquellos que necesitan apoyo infraestructural para entrar en la ciudad, y les hace pagar por ello.) La persistencia de la actual obsesión concéntrica nos hace a todos gente de puente y túnel, ciudadanos de segunda clase en nuestra propia civilización, privados de ciudadanía por la muda coincidencia de nuestro colectivo exilio del centro.
1.5. En nuestra programación concéntrica (el autor pasó parte de su juventud en Amsterdam, la ciudad de la última centralidad) la insistencia en el centro como el núcleo del valor y el significado, fuente de toda significación, es doblemente destructiva -no sólo el volumen siempre en aumento de las dependencias es a fin de cuentas una tensión intolerable, supone también que el centro tiene que ser constantemente mantenido, es decir, modernizado. Como "el lugar más importante", paradójicamente tiene que ser, al mismo tiempo, el más viejo y el más nuevo, el más estático y el más dinámico; soporta la adaptación más intensa y más constante, la cual luego se ve comprometida y complicada por el hecho de que tiene que ser una transformación inadvertida, invisible al ojo desnudo. (La ciudad de Zurich ha encontrado la solución más radical y costosa en la vuelta a una suerte de arqueología en reversa: capa sobre capa de nuevas modernidades -centros comerciales, aparcamientos, bancos, bóvedas, laboratorios- se construyen debajo del centro. El centro ya no se amplía hacia fuera o hacia el cielo, sino hacia el interior, hacia el centro de la tierra misma.) Del injerto de más o menos discretas arterias de tráfico, circunvalaciones, túneles subterráneos y la construcción de cada vez más tangenciales, a la transformación de rutina de viviendas en oficinas, almacenes en lofts, iglesias abandonadas en nightclubs; de las bancarrotas en serie y las subsiguientes reinauguraciones de unidades específicas en recintos de compras cada vez más costosos, a la implacable conversión del espacio utilitario en espacio "público", la peatonalización, la creación de parques nuevos, plantando, conectando, exponiendo la restauración sistemática de la mediocridad histórica, toda autenticidad es implacablemente evacuada.
1.6. La Ciudad Genérica es la ciudad liberada del cautiverio del centro, de la camisa de fuerza de la identidad. La Ciudad Genérica rompe con este destructivo ciclo de dependencia: no es nada sino un reflejo de la actual necesidad y la actual habilidad. Es la ciudad sin historia. Es suficientemente grande como para todos. Es sencillo. No necesita mantenimiento. Si se torna demasiado pequeña simplemente se expande. Si se torna vieja simplemente se autodestruye y se renueva. Es interesante -o no interesante- en todas partes por igual. Es "superficial" -como un estudio de Hollywood, puede producir una nueva identidad cada lunes por la mañana.
2. ESTADÍSTICAS
2.1. La Ciudad Genérica ha crecido dramáticamente durante las últimas décadas. No sólo se ha incrementado su tamaño, sus números también lo han hecho. A comienzos de los setenta fue habitada por un promedio de 2,5 millones de residentes oficiales (y mas de 500.000 no oficiales); ahora se mantiene alrededor de la marca de los 15 millones.
2.2. ¿La Ciudad Genérica comenzó en América? ¿Es tan profundamente poco original que sólo puede ser importada? En cualquier caso, la Ciudad Genérica ahora también existe en Asia, Europa, Australia, África. El definitivo movimiento alejándose del campo, de la agricultura, hacia la ciudad no es un movimiento hacia la ciudad como el que conocíamos: es una mudanza a la Ciudad Genérica, la ciudad tan extendida que ha llegado al campo.
2.3. Algunos continentes, como Asia, aspiran a la Ciudad Genérica; otros se avergüenzan de ella. Porque tiende hacia lo tropical -convergiendo en torno al Ecuador-, una gran proporción de las Ciudades Genéricas es asiática -aparentemente una contradicción de términos: lo sobre-familiar habitado por lo inescrutable. Un día, este producto desechado de la civilización occidental será absolutamente exótico otra vez, a través de la resemantización que su misma diseminación trae en su estela.
2.4. A veces una singular ciudad vieja, como Barcelona, al sobresimplificar su identidad se vuelve Genérica. Se vuelve transparente, como un logo. Lo contrario nunca sucede... por lo menos no todavía.
3. GENERAL
3.1. La Ciudad Genérica es lo que queda después de que grandes secciones de la vida urbana se cruzaron en el Ciberespacio. Es un lugar de sensaciones débiles y distendidas, pocas emociones y alejadas entre sí, discreto y misterioso como un gran espacio iluminado por un velador. Comparada con la ciudad clásica, la Ciudad Genérica es sedada, percibida usualmente desde una posición sedentaria. En lugar de concentración -presencia simultánea-, en la Ciudad Genérica los "momentos" individuales están muy espaciados entre sí para crear un trance de experiencias estéticas casi inadvertibles: las variaciones de color en la iluminación fluorescente de un edificio de oficinas momentos antes de la puesta del sol, las sutilezas de los blancos ligeramente diferentes de un cartel iluminado en la noche. Como comida japonesa, las sensaciones pueden ser reconstituidas e intensificadas en la mente, o no -simplemente se pueden ignorar. (Hay una opción.) Esta carencia generalizada de urgencia e insistencia actúa como una droga potente; induce una alucinación de lo normal.
3.2. En una reversión drástica de lo que supuestamente es la principal característica de la ciudad -"los negocios "-, la sensación dominante de la Ciudad Genérica es una calma espeluznante: cuanto más calma es, más se aproxima al estado puro. La Ciudad Genérica se refiere a los "males" que se atribuyeron a la ciudad tradicional antes de que nuestro amor por ella se volviera incondicional. La serenidad de la Ciudad Genérica se alcanza a través de la evacuación de la esfera pública, como en un simulacro de emergencia de incendio. El plano urbano ahora sólo acoge el movimiento necesario, fundamentalmente el auto; las carreteras son una versión superior de los bulevares y las plazas, tomando más y más espacio; su diseño, aparentemente aspirando a la eficiencia automovilística, es de hecho sorprendentemente sensual, una pretensión utilitaria que introduce el dominio del espacio nómada. Lo que es nuevo en este campo público locomotor es que no puede ser medido en dimensiones. El mismo tramo (digamos, unas diez millas) rinde un número vasto de experiencias completamente diferentes: puede durar cinco minutos o cuarenta; puede ser compartido con casi nadie, o con la población entera; puede producir el placer absoluto de la pura velocidad no-adulterada -hasta qué punto la sensación de la Ciudad Genérica puede incluso volverse más intensa o por lo menos adquirir densidad- o momentos completamente claustrofóbicos de detenimiento- hasta qué punto la esbeltez de la Ciudad Genérica está en lo más evidente de ella.
3.3. La Ciudad Genérica es fractal, una repetición sin fin del mismo módulo estructural simple; es posible reconstruirla desde su entidad más pequeña, un PC, quizá incluso desde un diskette.
3.4. Los Campos de golf son todo lo que queda de lo otro.
3.5. La Ciudad Genérica tiene números de teléfono fáciles, no los duros ejercicios de flexión del lóbulo-frontal de diez cifras de la ciudad tradicional, sino versiones más fluidas, sus números del medio idénticos, por ejemplo.
3.6. Su atractivo principal es su anomia.
4. AEROPUERTO
4.1. Antes manifestaciones de la última neutralidad, los aeropuertos están ahora entre los elementos característicos más singulares de la Ciudad Genérica, su vehículo más fuerte de diferenciación. Tienen que serlo, siendo todo lo que la persona promedio tiende a experimentar de una ciudad particular. Como una drástica muestra de perfume, los fotomurales, la vegetación, los trajes locales dan un primer soplo concentrado de la identidad local (a veces es también el último). Lejano, confortable, exótico, polar, regional, del Este, rústico, nuevo, incluso "sin descubrir": ésos son los registros emocionales invocados. Así cargados conceptualmente, los aeropuertos se convierten en signos emblemáticos estampados en el inconsciente colectivo global en las manipulaciones salvajes de sus atractores no atávicos -las compras libres de impuestos, las cualidades espaciales espectaculares, la frecuencia y confiabilidad de sus conexiones a otros aeropuertos. En términos de su iconografía/performance, el aeropuerto es un concentrado de lo hiper-local y lo hiper-global -hiper-global en el sentido de que puedes conseguir allí mercancías que incluso no están disponibles en la ciudad, hiper-local en el sentido que puedes conseguir allí las cosas que no consigues en ninguna otra parte.
4.2. La tendencia en gestalt de aeropuertos es hacia una autonomía cada vez más grande: incluso a veces prácticamente no tienen relación con una Ciudad Genérica específica. Volviéndose más y más grandes, equipados con más y más instalaciones sin relación con el viajar, van en camino a reemplazar a la ciudad. La condición de en-tránsito se está volviendo universal. Juntos, los aeropuertos contienen poblaciones de millones -además de la más grande planta diaria de empleados. Por lo completo de sus instalaciones, son como distritos de la Ciudad Genérica, incluso a veces su razón de ser (¿su centro?), con el atractivo agregado de ser sistemas herméticos de los cuales no hay escape -excepto a otro aeropuerto.
4.3. La edad de la Ciudad Genérica se puede reconstruir a partir de una lectura minuciosa de su geometría de aeropuerto. Planta hexagonal (penta o heptagonal en casos excepcionales): años sesenta. Planta y sección ortogonal: setenta. Ciudad Collage: ochenta. Una sola sección curvada, extrudida infinitamente en una planta lineal: probablemente noventa. (Su estructura ramificándose como un roble: Alemania.)
4.4. Los aeropuertos vienen en dos tamaños: demasiado grande y demasiado pequeño. Aun así su tamaño no tiene ninguna influencia en su funcionamiento. Esto sugiere que el aspecto más intrigante de todas las infraestructuras es su elasticidad esencial. Calculados con exactitud para lo numerado -pasajeros por año- son invadidos por lo innumerable y sobreviven, exigidos hasta la última indeterminación.
5. POBLACIÓN
5.1. La Ciudad Genérica es verdaderamente multirracial; en promedio 8% negro, 12% blanco, 27% Hispano, 37% Chino/Asiático, 6% indeterminado, 10% otros. No solamente multirracial, también multicultural. Eso es por lo que no es ninguna sorpresa ver templos entre las placas, dragones en los bulevares principales, Budas en el distrito central de negocios.
5.2. La Ciudad Genérica siempre es fundada por gente en movimiento, prestos a seguir moviéndose. Esto explica la insubstancialidad de sus cimientos. Como las grumos que se forman repentinamente en un líquido claro al juntar dos sustancias químicas, para acumularse eventualmente en un incierto montón en el fondo, la colisión o confluencia de dos migraciones -por ejemplo, emigrados cubanos que van hacia el norte y jubilados judíos que van hacia sur, ambos, a fin de cuentas, camino a algún otro lugar -establece, de la nada, un asentamiento. Una Ciudad Genérica ha nacido.
6. URBANISMO
6.1. La gran originalidad de la Ciudad Genérica es simplemente abandonar lo que no funciona -aquello que ha sobrevivido a su uso- para romper el techo del idealismo con los martillos perforadores del realismo y aceptar lo que sea que crezca en su lugar. En ese sentido, la Ciudad Genérica acoge tanto a lo primordial como a lo futurístico -en realidad, sólo estos dos. La Ciudad Genérica es todo lo que queda de lo que la ciudad solía ser. La Ciudad Genérica es la post-ciudad que se está preparando en el sitio de la ex-ciudad.
6.2. La Ciudad Genérica se mantiene unida, no por una esfera pública sobrexigente -progresivamente degradada en una secuencia sorprendentemente larga, en la que el Foro Romano es al ágora griego lo que el centro comercial es a la calle principal- sino por lo residual. En el modelo original de los modernos, lo residual era simplemente verde, su controlada pulcritud una moralizadora afirmación de las buenas intenciones, desalentadora asociación, uso. En la Ciudad Genérica, porque la corteza de su civilización es tan delgada, y a través de su tropicalidad inmanente, lo vegetal es transformado en Residuo Edénico, el portador principal de su identidad: un híbrido de política y paisaje. Al mismo tiempo refugio de lo ilegal, lo incontrolable, y sujeto de manipulación infinita, representa un triunfo simultáneo de lo estilizado y lo primitivo. Su inmoral exuberancia compensa por las otras pobrezas de la Ciudad Genérica. Totalmente inorgánica, lo orgánico es el mito genérico más potente de la Ciudad Genérica.
6.3. La calle ha muerto. Ese descubrimiento ha coincidido con frenéticos intentos de resucitación. El arte público está en todas partes -como si dos muertes hicieran una vida. La peatonalización -pensada para preservar- meramente canaliza el flujo de aquellos condenados a destruir con sus pies el objeto de su pretendida reverencia.
6.4. La Ciudad Genérica va en camino desde la horizontalidad a la verticalidad. El rascacielos parece que fuera a ser la tipología final y definitiva. Se ha tragado todo lo demás. Puede existir en cualquier lugar: en un campo de arroz, o en el centro de la ciudad- ya no hace diferencia alguna. Las torres ya no están juntas; están espaciadas de modo que no interactúan. Densidad en aislamiento es el ideal.
6.5. La vivienda no es un problema. O se ha solucionado completamente o se ha abandonado totalmente a su suerte; en el primer caso es legal, en el segundo "ilegal"; en el primer caso, torres o, generalmente, placas (cuanto mucho, de 15 metros de profundidad); en el segundo (en perfecta complementariedad), una corteza de casuchas improvisadas. Una solución consume el cielo, la otra el suelo. Es extraño que aquellos con menos dinero habiten el artículo más costoso -la tierra; quienes pagan, lo que es gratis -el aire. En cualquier caso, la vivienda demuestra ser sorprendentemente adaptable -no sólo la población se duplica cada tantos años, sino también, con el relajamiento del dominio de las diversas religiones, el número medio de inquilinos por unidad se reduce a la mitad -a través del divorcio y otros fenómenos que dividen a la familia- con la misma frecuencia que la población de la ciudad se duplica; mientras sus números se inflan, la densidad de la Ciudad Genérica está perpetuamente en disminución.
6.6. Todas las Ciudades Genéricas surgen de la tabula rasa; si no había nada, ahora ellas están allí; si había algo, lo reemplazaron. Deben hacerlo, de lo contrario serían históricas.
6.7. El Paisaje Urbano Genérico es usualmente una amalgama de secciones excesivamente ordenadas -que datan desde casi el principio de su desarrollo, cuando "el poder" aún no se había diluido- y de disposiciones cada vez más libres en todas los otros sectores.
6.8. La Ciudad Genérica es la apoteosis del concepto de opción múltiple: todas las casillas marcadas, una antología de todas las opciones. La Ciudad Genérica ha sido usualmente "planificada"; no en el sentido habitual de una cierta organización burocrática que controla su desarrollo, sino como si diversos ecos, esporas, tropos, semillas cayeran en la tierra al azar como en la naturaleza, se arraigaran -explotando la fertilidad natural del terreno- y ahora formaran un conjunto: una pileta arbitraria de genes que a veces produce resultados asombrosos.
6.9. La escritura de la ciudad puede ser indescifrable, defectuosa, pero eso no significa que no haya escritura; simplemente puede ser que desarrollamos un nuevo analfabetismo, una nueva ceguera. La detección paciente revela los temas, partículas, filamentos que pueden ser aislados de la aparente turbiedad de esta sopa wagneriana : notas dejadas en una pizarra hace 50 años por un genio de visita, reportes multicopiados de la O.N.U. que se desintegran en su silo de cristal de Manhattan, descubrimientos de antiguos pensadores coloniales con buen ojo para el clima, impredecibles rebotes de la enseñanza del diseño fortaleciéndose como un proceso de lavado global.
6.10. La mejor definición de la estética de la Ciudad Genérica es "free style" ¿Cómo describirla? Imagina un espacio abierto, un claro en el bosque, una ciudad nivelada. Hay tres elementos: caminos, edificios, y naturaleza; coexisten en relaciones flexibles, aparentemente sin razón, en una diversidad organizacional espectacular. Cualquiera de los tres puede dominar: a veces se pierde el "camino" - para encontrarte deambulando en un desvío incomprensible; algunas veces no ves ningún edificio, solamente naturaleza; luego, de modo igualmente imprevisible, estás rodeado sólo por edificio. En ciertos puntos espantosos, los tres están ausentes simultáneamente. En estos "sitios" (en realidad, ¿que es lo opuesto de un sitio? Son como agujeros taladrados a través del concepto de ciudad) el arte público emerge como el monstruo del Lago Ness, figurativo y abstracto en partes iguales, generalmente autolimpiante.
6.11. Ciudades específicas todavía discuten seriamente los errores de los arquitectos -por ejemplo, sus propuestas de crear redes peatonales elevadas con tentáculos que llevan de un bloque al siguiente como solución a la congestión- pero la Ciudad Genérica simplemente disfruta de las ventajas de sus invenciones: explanadas, puentes, túneles, autopistas -una enorme proliferación de parafernalia de la conexión- frecuentemente cubiertos con helechos y flores como si se quisiera rechazar el pecado original, creando una congestión vegetal más grave que una película de ciencia-ficción de los cincuenta.
6.12. Las calles sólo son para los autos. Los peatones son llevados en recorridos (como en un parque de atracciones), en "paseos" que los elevan del suelo, sometiéndolos después a un catálogo de condiciones exageradas -viento, calor, inclinación, frío, interior, exterior, olores, gases- en una secuencia que es una caricatura grotesca de la vida en la ciudad histórica.
6.13. Hay horizontalidad en la Ciudad Genérica, pero se está acabando. Consiste en historia que todavía no se ha borrado o en enclaves tipo Tudor que se multiplican alrededor del centro como emblemas recientemente acuñados de la preservación.
6.14. Irónicamente, aunque nueva en sí misma, la Ciudad Genérica está rodeada por una constelación de New Towns: las New Towns son como anillos anuales de crecimiento. De algún modo, las ciudades nuevas envejecen muy rápidamente, como un viejo niño de cinco años desarrolla arrugas y artritis a través de la enfermedad llamada progeria.
6.15. La Ciudad Genérica presenta la muerte final del planeamiento. ¿Por qué? No porque no sea planificada -de hecho, los enormes universos complementarios de los burócratas y promotores inmobiliarios concentran inimaginables flujos de energía y dinero en su realización; por el mismo dinero, sus planicies podrían ser fertilizadas con diamantes, sus campos de barro pavimentados con ladrillos del oro... Pero su descubrimiento más peligroso y más euforizante es que planificar no establece diferencia alguna. Los edificios se pueden ubicar bien (una torre cerca de una estación del metro) o mal (centros enteros a millas de cualquier camino). Florecen/perecen imprevisiblemente. Las redes son sobre-exigidas, envejecen, se pudren, se vuelven obsoletas; las poblaciones se duplican, triplican, cuadruplican, desaparecen repentinamente. La superficie de la ciudad estalla, la economía se acelera, se retrasa, revienta, colapsa. Como antiguas madres que aún alimentan titánicos embriones, ciudades enteras se construyen sobre infraestructuras coloniales de las que los opresores se llevaron los trazados a casa. Nadie sabe dónde, cómo, desde cuándo las cloacas funcionan, la localización exacta de las líneas telefónicas, cuál fue la razón para la posición del centro, dónde terminan los ejes monumentales. Todo lo que esto prueba es que hay infinitos márgenes escondidos, depósitos colosales de desidia, un perpetuo proceso orgánico de adaptación, estándares, comportamiento; las expectativas cambian con la inteligencia biológica del animal más alerta. En esta apoteosis de la multiple-choice nunca será posible reconstruir causa y efecto de nuevo. Funcionan -eso es todo.
6.16. La aspiración de la Ciudad Genérica a la tropicalidad implica automáticamente el rechazo de cualquier referencia remanente de la ciudad como fortaleza, como ciudadela; es abierta y se acomoda como un bosque de manglar.
7. POLÍTICA
7.1. La Ciudad Genérica tiene una relación (a veces distante) con un régimen más o menos autoritario -local o nacional. Generalmente los "colegas" del "líder" -quienquiera que sea- decidían desarrollar un trozo de centro o periferia, o incluso empezar una ciudad nueva en el medio de la nada, y así se desencadenaba el boom que puso a la ciudad en el mapa.
7.2. Muy a menudo, el régimen ha evolucionado hasta un grado sorprendente de invisibilidad, como si, a través de su misma permisividad, la Ciudad Genérica resistiera lo dictatorial.
8. SOCIOLOGÍA
8.1. Es muy sorprendente que el triunfo de la Ciudad Genérica no haya coincidido con el triunfo de la sociología -una disciplina cuyo "campo" ha sido extendido por la Ciudad Genérica más allá de su imaginación más salvaje. La Ciudad Genérica es sociología, sucediendo. Cada Ciudad Genérica es un plato de piedra o una pizarra infinitamente paciente, en la que casi cualquier hipótesis puede ser "probada" y luego borrada, para nunca reverberar otra vez en las mentes de sus autores o sus audiencias.
8.2. Claramente, hay una proliferación de comunidades -un zapping sociológico- que se resiste a una única interpretación que se imponga. La Ciudad Genérica está distendiendo todas las estructuras que en el pasado hicieron que todo se mantuviera unido.
8.3. Además de infinitamente paciente, la Ciudad Genérica es también persistente en su resistencia a la especulación: prueba que la sociología puede ser el peor sistema para capturar sociología cuando esta haciendose. Despista toda crítica establecida. Aporta enormes cantidades de evidencia a favor y -en cantidades aun más impresionantes- en contra de cada hipótesis. En A los bloques de torres llevan al suicidio; en B, a la felicidad para siempre. En C se ven como el primer escalón hacia la emancipación (no obstante, presumiblemente bajo cierta clase de "presión" invisible); en D, simplemente como passé. Construidos en números inimaginables en K, están siendo explotados en L. La creatividad es inexplicablemente alta en E; inexistente en F. G es un mosaico étnico uniforme; H está perpetuamente a merced del separatismo, sino está al borde de la guerra civil. El modelo Y nunca perdurará a causa de sus andanzas con la estructura familiar, pero Z florece -una palabra que ningún académico aplicaría nunca a actividad alguna en la Ciudad Genérica- debido a esto. La religión es minada en V, sobrevive en W, es transmutada en X.
8.4. Extrañamente, nadie ha pensado que, acumulativamente, las interminables contradicciones de estas interpretaciones prueban la riqueza de la Ciudad Genérica; ésa es la única hipótesis que ha sido eliminada por adelantado.
9. DISTRITOS
9.1. Siempre hay un distrito llamado Lipservice, donde se preserva un mínimo de pasado: generalmente tiene un viejo tren/tranvía o un autobús de dos pisos que lo recorre, haciendo sonar inquietantes campanas -versiones domesticadas del buque fantasma de El Holandés Errante. Sus cabinas de teléfono son rojas y transplantadas desde Londres, o equipadas con pequeños techos chinos. Lipservice -también llamado Afterthought, Waterfront, Too Late, 42nd Street, o simplemente el Village, o incluso Underground - es una elaborada operación mítica: celebra el pasado sólo como puede hacerlo lo recientemente concebido. Es una máquina.
9.2. Una vez, la Ciudad Genérica tuvo un pasado. En su tendencia por destacarse, grandes secciones de ella de algún modo desaparecieron, primero sin lamentos -al parecer el pasado era asombrosamente insalubre, incluso peligroso- luego, sin advertencia, el alivio se tornó arrepentimiento. Ciertos profetas -largo pelo blanco, medias grises, sandalias- habían estado siempre advirtiendo que el pasado era necesario -un recurso. Lentamente, la máquina de la destrucción rechina hasta detenerse; se conservan algunas casuchas al azar sobre el lavado plano euclidiano, restauradas a un esplendor que nunca tuvieron...
9.3. A pesar de su ausencia, la historia es la mayor preocupación, incluso la mayor industria, de la Ciudad Genérica. En los terrenos liberados, alrededor de las casuchas restauradas, se construyen aun más hoteles para recibir a turistas adicionales en proporción directa a la borradura del pasado. Su desaparición no tiene influencia alguna en sus números, o quizás sólo sea una urgencia de último minuto. El turismo ahora es independiente del destino...
9.4. En vez de memorias específicas, las asociaciones que la Ciudad Genérica moviliza son recuerdos generales, recuerdos de recuerdos: si no moviliza todas las recuerdos al mismo tiempo, entonces por lo menos un resumen, memoria simbólica, un déja vu que nunca termina, memoria genérica.
9.5. A pesar de su modesta presencia física (Lipservice nunca tiene más de tres pisos de alto: ¿en homenaje/venganza a Jane Jacobs), condensa el pasado entero en un único complejo. La historia vuelve aquí no como farsa, sino como servicio: los comerciantes ataviados (sombreros divertidos, diafragmas desnudos, velos) representan voluntariamente las condiciones (esclavitud, tiranía, enfermedad, pobreza, colonia) -por las que su nación alguna vez fue a la guerra para abolirlas. Como un virus replicante, mundial, lo colonial parece la única e inagotable fuente de lo auténtico.
9.6. Calle 42: ostensiblemente, los lugares donde el pasado es preservado son en realidad los lugares donde el pasado más ha cambiado, es lo más distante -como si fuese visto a través del extremo equivocado de un telescopio- o incluso ha sido eliminado completamente.
9.7. Sólo la memoria de antiguos excesos es lo suficientemente fuerte como para cargar con lo insulso. Como si intentaran calentarse al calor de un volcán extinguido, los sitios más populares (entre los turistas, y en la Ciudad Genérica que los incluye a cada uno) son aquellos que una vez estuvieron más intensamente asociados con sexo y mala conducta. Inocentes invaden los antiguos refugios de proxenetas, prostitutas, vividores, travestis, y, en menor grado, de artistas. Paradójicamente, en el mismo momento en que la autopista de la información está a punto de entregar camionadas de pornografía en sus living rooms, es como si la experiencia de caminar sobre estas brasas recalentadas de transgresión y pecado los hiciese sentir especiales, vivos. En una era que no genera aura nueva, el valor del aura establecida se dispara hasta el cielo. ¿Caminar sobre estas cenizas será lo más cerca de la culpa que llegarán? ¿Existencialismo diluido a la intensidad de una Perrier?
9.8. Cada Ciudad Genérica tiene una costanera, no necesariamente con agua -también puede ser con desierto, por ejemplo- pero por lo menos hay un borde donde encuentra otra condición, como si una posición de escape cercano fuese la mejor garantía para su disfrute. Aquí los turistas se juntan en manadas alrededor de un racimo de puestos. Hordas de halcones triunfadores tratan de venderles los aspectos "únicos" de la ciudad. Las partes únicas de todas las Ciudades Genéricas juntas han creado un souvenir universal, un cruce científico entre Torre Eiffel, Sacre Coeur, y Estatua de la Libertad: un edificio alto (generalmente de entre 200 y 300 metros) ahogado en una pequeña bola de agua con nieve o, si está cerca del ecuador, copos dorados; diarios con cubiertas de cuero repujado; sandalias de hippie -aunque los verdaderos hippies sean rápidamente repatriados. Los turistas los acarician -nadie nunca ha sido testigo de una venta- y luego se sientan en exóticos comedores que se alinean en la costanera: éstos ofrecen la gama completa de la comida actual: picante: la primera y, a fin de cuentas, quizás la más confiable indicación de estar en otro lugar; patty: de carne de vaca o sintética; crudo: práctica atávica que será muy popular en el tercer milenio.
9.9. El langostino es la tapa definitiva. Con la simplificación de la cadena alimenticia -y las vicisitudes de la preparación- saben como muffins ingleses, es decir, a nada.
10. PROGRAMA
10.1. Las oficinas todavía están allí, en números más grandes que nunca, de hecho. La gente dice que ya no son necesarias. En cinco a diez años todos trabajaremos en casa. Pero entonces necesitaremos hogares más grandes, lo bastante grandes como para realizar reuniones. Las oficinas tendrán que ser convertidas en hogares.
10.2. La única actividad es comprar. Pero, ¿por qué no considerar el comprar como temporario, provisional? Espera tiempos mejores. Es nuestra propia falla -no pensamos en nada mejor que hacer. Los mismos espacios inundados de otros programas -bibliotecas, baños, universidades- serían fabulosos; estaríamos sobrecogidos por su grandeza.
10.3. Los hoteles se están convirtiendo en el alojamiento génerico de la Ciudad Genérica, su bloque edilicio más común. Antes solía serlo la oficina -lo cual por lo menos implicaba un llegar y un irse, asumida la presencia de otros edificios importantes en algún otro lugar. Los hoteles son ahora contenedores que, por la expansión y la intergridad de sus instalaciones , vuelven redundantes a casi todos los otros edificios. Haciendo incluso de centros comerciales, son lo más cercano que tenemos a una existencia urbana, estilo siglo XXI.
10.4. El hotel implica ahora encarcelamiento, arresto domiciliario voluntario; no hay otro lugar en competencia al cual ir; uno viene y se queda. Acumulativamente, describe una ciudad de diez millones, todos encerrados en sus cuartos; una especie de animación en reversa -densidad implosionada.
11. ARQUITECTURA
11.1. Cierren los ojos e imaginen una explosión de beige. En su epicentro salpica el color de los pliegues vaginales (no excitados), berenjena metálico-mate, tabaco-caqui, calabaza polvorienta; todos los autos camino a la blancura nupcial...
11.2. Hay edificios interesantes y aburridos en la Ciudad Genérica, como en todas las ciudades. Ambos remontan su ascendencia hasta Mies van der Rohe: la primera categoría a su irregular torre de Friedrichstadt (1921), la segunda a las cajas que concibió no mucho después. Esta secuencia es importante: obviamente, después de la experimentación inicial, Mies se decidió de una vez y para siempre contra el interés, a favor del aburrimiento. En el mejor de los casos, sus últimos edificios capturan el espíritu del trabajo inicial -¿sublimado, reprimido?- como una ausencia más o menos evidente, pero él nunca propuso otra vez proyectos "interesantes" como edificios posibles. La Ciudad Genérica prueba que estaba equivocado: sus arquitectos más atrevidos han tomado el desafío que Mies abandonó, al punto que ahora es difícil encontrar una caja. Irónicamente, este exuberante homenaje al Mies interesante demuestra que "el" Mies estaba equivocado.
11.3. La arquitectura de la Ciudad Genérica es hermosa por definición. Construida a una velocidad increíble, y concebida a un ritmo aun más increíble, cuenta con un promedio de 27 versiones abortadas por cada estructura realizada -aunque ése no es el término adecuado. Son preparadas en los 10.000 estudios arquitectónicos de los que nadie ha oído hablar nunca, cada uno vibrante de nueva inspiración. Probablemente más modestos que sus colegas reconocidos, estos estudios están conectados por una conciencia colectiva de que algo está mal en la arquitectura, algo que sólo puede ser rectificado a través de su esfuerzo. El poder de los números les da una espléndida y brillante arrogancia. Ellos son los que diseñan sin vacilación alguna. Ensamblan, a partir 1.001 recursos, con salvaje precisión, más riquezas de lo que ningún genio jamás pudo. En promedio, su educación ha costado 30.000 dólares, excluyendo transporte y vivienda. 23% han sido lavados y planchados en las universidades americanas Ivy League, donde han estado expuestos -por supuesto que por períodos muy cortos- a la elite bien pagada de la otra profesión, la "oficial". Se deriva que una inversión combinada total de educación arquitectónica que vale 300 mil millones de dólares ($300.000.000.000) ($30.000 [el costo medio] x 100 [el número promedio de trabajadores por estudio] x 100.000 [el número de estudios en el mundo]) está trabajando y produciendo Ciudades Genéricas en todo momento.
11.4. Los edificios que son complejos en su forma dependen de la industria del muro cortina, de pegamentos y selladores más eficaces nunca, que transforman cada edificio en una mezcla de camisa de fuerza y carpa de oxígeno. El uso de la silicona -"estamos estirando la fachada todo lo que se puede"- ha aplanado todas las fachadas; vidrio adherido a piedra, a hierro, a concreto, en una impureza de la era espacial. Estas conexiones aparentan rigor intelectual mediante la aplicación liberal de un compuesto espermático transparente que mantiene todo unido, más por la intención que por el diseño -un triunfo del pegamento sobre la integridad de los materiales. Como todo lo demás en la Ciudad Genérica, su arquitectura es lo resistente vuelto maleable, una epidemia del rendimiento, ya no a través de la aplicación de principios, sino a través de la sistemática aplicación de lo que no tiene principios.
11.5. Porque la Ciudad Genérica es en gran parte asiática, su arquitectura es generalmente climatizada; aquí es donde la paradoja del reciente cambio de paradigma -la ciudad ya no representa el desarrollo máximo sino que bordea el subdesarrollo- se vuelve más aguda: los brutales recursos por los que se obtiene el acondicionamiento universal imitan dentro del edificio las condiciones climáticas que algunas vez "sucedieron" afuera -tormentas repentinas, mini-tornados, brisas heladas en la cafetería, olas de calor, incluso niebla; un provincialismo de lo mecánico, vacío de materia gris en persecución de lo electrónico. ¿Incompetencia o imaginación?
11.6. La ironía es que, de esta manera, la Ciudad Genérica está en su punto más subversivo, más ideológico; eleva la mediocridad a un nivel más alto; es como la Merzbau de Kurt Schwitter a escala de ciudad: la Ciudad Genérica es una Merzcity.
11.7. El ángulo de las fachadas es el único índice confiable del genio arquitectónico: 3 puntos por inclinarse hacia atrás, 12 puntos por inclinarse hacia adelante, 2 puntos de castigo para los retiros edilicios (demasiado nostálgico).
11.8. La aparentemente sólida sustancia de la Ciudad Genérica es engañosa. El 51% de su volumen consiste en atrio. El atrio es un dispositivo diabólico por su capacidad de substanciar lo insubstancial. Su nombre romano es un garante eterno de clase arquitectónica -sus orígenes históricos hacen el tema inagotable. Acoge al habitante de las cavernas en su implacable provisión de confort metropolitano.
11.9. El atrio es espacio vacío: los vacíos son el bloque edilicio esencial de la Ciudad Genérica. Paradójicamente, su vacuidad asegura su propia corporeidad: inflar el volumen es el único pretexto para su manifestación física. Cuanto más completos y repetitivos sus interiores, menos se nota su repetición esencial.
11.10. El estilo elegido es el posmoderno, y siempre será así. El posmodernismo es el único movimiento que ha tenido éxito en conectar la práctica de la arquitectura con la práctica del pánico. El posmodernismo no es una doctrina basada en una lectura altamente civilizada de la historia arquitectónica sino un método, una mutación en la arquitectura profesional que produce resultados lo suficientemente rápido como para seguir el paso al desarrollo de la Ciudad Genérica. En vez de conciencia, como sus inventores originales pueden haber esperado, crea un nuevo inconsciente. Es el pequeño ayudante de la modernización. Cualquiera puede hacerlo -un rascacielos basado en la pagoda china y/o en un pueblo de montaña toscano.
11.11. Toda resistencia al posmodernismo es antidemocrática. Crea un envoltorio de "furtivo" en torno a la arquitectura que la hace irresistible, como un regalo navideño de beneficencia.
11.12. ¿Hay una conexión entre el predominio de espejo en la Ciudad Genérica -¿es para celebrar la nada a través de su multiplicación o un esfuerzo desesperado por capturar esencias que van camino a la evaporación?- y los "regalos" que, por siglos, fueron supuestamente los presentes más populares y efectivos para los salvajes?
11.13. Máximo Gorky habla en relación a Coney Island de "aburrimiento variado". Él claramente piensa el término como un oxímoro. La variedad no puede ser aburrida. El aburrimiento no puede ser variado. Pero la infinita variedad de la Ciudad Genérica está cerca, al menos, de hacer normal la variedad: banalizada, en una inversión de la expectativa, es la repetición lo que se ha vuelto inusual, por lo tanto, potencialmente atrevida, estimulante. Pero eso es para el siglo XXI.
12. GEOGRAFÍA
12.1. La Ciudad Genérica está en un clima más cálido que lo usual; está en camino al sur -hacia el ecuador-, lejos del lío que el norte hizo del segundo milenio. Es un concepto en estado de migración. Su destino final es ser tropical -mejor clima, gente más hermosa. Es habitada por aquellos a quienes no les gusta otro lugar.
12.2. En la Ciudad Genérica, la gente no es solamente más hermosa que sus pares, también tienen la reputación de tener un temperamento tranquilo, de ser menos ansiosos acerca del trabajo, menos hostiles, más agradables -prueban, en otras palabras, que hay una conexión entre arquitectura y comportamiento, que la ciudad puede hacer mejor a la gente a través de métodos aún no identificados.
12.3. Una de las características más potentes de la Ciudad Genérica es la estabilidad de su clima -sin estaciones, panorama soleado-; sin embargo, todos los pronósticos se presentan en términos de cambio inminente y deterioro futuro: nubes en Karachi. De lo ético y lo religioso, la cuestión de la catástrofe se ha movido hacia el dominio ineludible de lo meteorológico. El mal tiempo es casi la única ansiedad que flota sobre la Ciudad Genérica.
13. IDENTIDAD
13.1. Hay una calculada ¿? redundancia en la iconografía que adopta la Ciudad Genérica. Si mira hacia el agua, los símbolos referentes al agua se distribuyen sobre su territorio entero. Si es un puerto, entonces las naves y las grúas aparecerán bien tierra adentro. (No obstante, mostrar los contenedores mismos no tendría ningún sentido: no se puede particularizar lo genérico a través del Genérico.) Si es asiática, entonces aparecen mujeres "delicadas" (sensuales, inescrutables) en elásticas poses, sugiriendo sumisión (religiosa, sexual) por todas partes. Si tiene una montaña, cada folleto, menú, boleto, cartelera insistirá en la colina, como si nada menos que una tautología sin fisuras fuera a convencer. Su identidad es como un mantra.
14. HISTORIA
14.1. El lamento sobre la ausencia de historia es un reflejo ya agotado. Expone un consenso tácito en que la presencia de historia es deseable. Pero, ¿quién dice que ése sea el caso? Una ciudad es un plano habitado de la manera más eficiente por gente y procesos, y en la mayoría de los casos, la presencia de la historia sólo arrastra hacia abajo su rendimiento...
14.2. La historia presente obstruye la pura explotación de su valor teórico como ausencia.
14.3. A lo largo de la historia de la humanidad -para comenzar un párrafo a la manera americana- las ciudades han crecido a través de un proceso de consolidación. Los cambios se realizan en el acto. Las cosas son mejoradas. Las culturas florecen, decaen, reviven, desaparecen, son saqueadas, invadidas, humilladas, violadas, triunfan, renacen, tienen edades de oro, caen en silencio repentinamente -todo en el mismo sitio. Ésa es la razón por la cual la arqueología es una profesión del excavar: expone capa tras capa de civilización (es decir, ciudad). La Ciudad Genérica, como un boceto que nunca es elaborado, no es mejorada sino abandonada. La idea de layering, intensificación, terminación, le es extraña: no tiene ninguna capa. Su siguiente capa tiene lugar en alguna otra parte, ya sea en la puerta de al lado -que puede ser del tamaño de un país- o incluso por completo en otra parte. El arqueo-logo (= arqueología con más interpretación) del siglo XX necesita de ilimitados boletos de avión, no de una pala.
14.4. Al exportar/eyectar sus mejoras, la Ciudad Genérica perpetúa su propia amnesia (¿su único vínculo con la eternidad?). Su arqueología, por lo tanto, será la evidencia de su olvidar progresivo, la documentación de su evaporación. Su genio tendrá las manos vacías -no un emperador sin ropas sino un arqueólogo sin hallazgos, o incluso sin sitio.
15. INFRAESTRUCTURAS
15.1. Las infraestructuras, que se reforzaban y totalizaban mutuamente, están volviéndose cada vez más competitivas y locales; ya no pretenden crear totalidades que funcionen sino hacer girar ahora entidades funcionales. En lugar de red y de organismo, la nueva infraestructura crea enclave e impasse: no más grand récit sino el viraje parasitario. (La ciudad de Bangkok ha aprobado los planos para tres sistemas aéreos de metro en competencia para ir de A a B -que triunfe el más fuerte.)
15.2. La infraestructura ya no es una respuesta más o menos tardía a una más o menos urgente necesidad, sino un arma estratégica, una predicción: el puerto X no se agranda para servir a un hinterland de frenéticos consumidores, sino para matar/reducir las chances de que el puerto Y sobreviva al siglo XXI. En una sola isla, a la metrópolis meridional Z, aún en su infancia, se le "otorga" un nuevo sistema de subterráneo para hacer que la establecida metrópolis W en el norte luzca desmañada, congestionada, y antigua. La vida en V es suavizada para hacer la vida en U eventualmente insoportable.
16. CULTURA
16.1. Sólo lo redundante cuenta.
16.2. En cada huso horario, hay por lo menos tres representaciones de Cats. El mundo está rodeado por un anillo de Saturno de maullidos.
16.3. La ciudad era el gran coto de caza sexual. La Ciudad Genérica es como una agencia de citas: eficientemente combina oferta y demanda. Orgasmo en vez de agonía: hay progreso. Las posibilidades más obscenas se anuncian en la tipografía más limpia; la Helvética se ha vuelto pornográfica.
17. FIN
17.1. Imagínese una película de Hollywood sobre la Biblia. Una ciudad en algún lugar de Tierra Santa. Escena en el mercado: por derecha e izquierda, extras enfundados en trapos coloridos, pieles, togas de seda caminan en el cuadro gritando, gesticulando, girando sus ojos, iniciando peleas, riendo, rascando sus barbas, postizos que gotean pegamento, agolpándose hacia el centro de la imagen, agitando palos, puños, volteando puestos de ventas, pisoteando animales... La gente grita. ¿Vendiendo mercancías? ¿Anunciando futuros? ¿Invocando Dioses? Los monederos son arrebatados, los criminales perseguidos (¿o ayudados?) por la muchedumbre. Los sacerdotes rezan por la calma. Los niños se desbocan en una maraña de piernas y togas. Los animales ladran. Las estatuas son derribadas. Las mujeres chillan -¿amenazadas? ¿extáticas? La agitada masa se vuelve oceánica. Las olas rompen. Ahora apague el sonido -silencio, un alivio bienvenido- y ponga en reversa la película. Los hombres y mujeres ahora mudos, aunque visiblemente agitados, tropiezan de espaldas; el observador ya no registra sólo seres humanos sino que comienza a notar espacios entre ellos. El centro se vacía; las últimas sombras evacuan el rectángulo del cuadro de la imagen, probablemente quejándose, pero afortunadamente no las oímos. El silencio es ahora reforzado por el vacío: la imagen muestra puestos vacíos, algún escombro que quedó atrapado en la suela. Alivio... se acabó. Ésa es la historia de la ciudad. La ciudad ya no es. Ahora podemos salir de la sala de cine...
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1 comentario:
impresionante tus escritos...
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