21 de agosto de 2008

De vuelta con los grafittis, hay que hablar con propiedad

Me pregunta una buena amiga si Pundravac 10.0 significa el final de la guerra que hace tiempo declaré a la lacra del grafitti, y eso me obliga a hacer algunas acotaciones.

Nada tengo en contra del graffitti en sí, faltaría más... Admiro el talento individual de cualquier expresión artística, y el graffiti lo es. Basta con dar un paseo por cualquier gran ciudad para percibir el talento de algunos -generalmente pocos- artistas del spray. Ahora bien, ese talento artístico, limitado o no, merece respeto en menor medida que un derecho individual esencial, para mí sagrado, como el de propiedad. Es ahí donde estriba la cuestión...

Yo podría haber escrito Pundravac 10.0 en cualquier muro, pero lo que lo singulariza y le da legitimidad frente a cualquier grafitti es que lo que hecho en un tabique de mi propiedad. Eso me autoriza y legitima a hacer con él lo que me de la gana, a diferencia de lo que ocurre con cuantos manchaparedes andan por ahí pintando en territorio ajeno, ensuciando muros que generalmente son propiedad de todos y cada uno de nosotros...

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