11 de septiembre de 2006

En el aniversario de la infamia, un artículo de Eduardo Aguirre

“UN ENEMIGO PARA TODOS NOSOTROS”
Eduardo Aguirre, Embajador de Estados Unidos en España y Andorra

Confío en que no es necesario contar los detalles de los sucesos de aquel día. No es necesario explicar a los lectores españoles las consecuencias de aquellos atentados. Todos recordamos las horrendas imágenes. Pero no podemos y no debemos olvidar a las víctimas y sus seres queridos. Y no podemos evitar el simple hecho de que hoy las sociedades abiertas se enfrentan a una amenaza seria y existencial.

El mundo está envuelto en un conflicto con el terrorismo transnacional, que predica la violencia, la intolerancia y el extremismo, y hemos de entender la naturaleza y las ambiciones de nuestro enemigo...

El 11 de Septiembre no inauguró una era. Pero nos abrió los ojos a una amenaza que había estado cobrando fuerza y había comenzado a asesinar años atrás. Si hubiéramos mirado con más detenimiento 10 años antes, habríamos visto la determinación y la crueldad de estos terroristas.

Sus ambiciones, como su brutalidad, también están claras. En numerosas declaraciones han reiterado su incesante guerra contra la libertad, contra la democracia y contra todo el que se oponga a su rígida visión de una utopía. El régimen talibán dejó entrever lo que tratan de imponer en todo el planeta: un dogma despiadado, tiránico y perverso que oprime a millones de personas, prohíbe que las niñas vayan a colegio, recluye a las mujeres en su casa y propugna que la policía religiosa golpee y azote a los que considera poco piadosos.

Esta es la naturaleza de nuestro enemigo. Ni qué decir tiene que no se rata de una ideología con la que podemos negociar. No se puede disuadir o corregir a los fanáticos terroristas. No puede haber coexistencia pacífica con aquellos cuyo propósito y cuyo objetivo es aniquilarnos.

En 2001, un país entero se había convertido en santuario y campo de entrenamiento de terroristas. Ese país albergaba a una organización que tramó atentados en cuatro continentes y asesinó a 3.000 civiles inocentes en un lapso de 100 minutos. La faceta militar era necesaria e inevitable, y por eso EE.UU. utilizó la fuerza para destruir el régimen talibán y el refugio de Al Qaeda. Hoy, Estados Unidos y sus socios de la OTAN, entre los que España desempeña un valioso e importante papel, continúan trabajando para garantizar la estabilidad en Afganistán, eliminar los vestigios del régimen talibán y ayudar al país a avanzar y convertirse en una democracia sólida.

Pero es un error creer que las acciones militares son el límite de la respuesta de EE.UU. al terrorismo. Esta lucha exige una estrecha coordinación y cooperación entre los organismos responsables de hacer cumplir la ley, la Inteligencia y las autoridades financieras, y eso es precisamente lo que están haciendo Europa y EE.UU. Juntos, estamos congelando los activos financieros de los terroristas y desarticulando redes de reclutamiento. Estamos localizando, deteniendo y juzgando a los organizadores e inspiradores de la violencia terrorista.

Éstas son respuestas necesarias y apropiadas a la amenaza del terrorismo internacional, pero no son suficientes. Se trata de un conflicto ideológico contra una fuerza política violenta opuesta a todo lo que representan las sociedades abiertas y democráticas. Y sólo ganando la batalla ideológica, durante años y generaciones, se podrá derrotar a la amenaza del terrorismo.

El primer paso es rechazar la ideología de los terroristas. La culpa de las muertes causadas por el terrorismo es sólo de los terroristas, no de los que se oponen a él. Los terroristas no pueden convencer, así que tratan de intimidar, confundir y engañar. La abrumadora mayoría de las víctimas de los atentados terroristas islamistas han sido los propios musulmanes, porque, a pesar de la retórica de los terroristas, su más temible enemigo no es Occidente, son la moderación, la tolerancia y la dignidad humana de la inmensa mayoría dentro de las sociedades musulmanas. Y en todo el mundo musulmán, la gente de fe, de paz y de tolerancia está mostrando que rechaza el camino de los terroristas. Sólo ellos pueden impedir que éste avance, minar su fuerza y contrarrestar su veneno. Ellos serán los vencedores sobre el extremismo pseudoislamista.

Podemos ayudarles. A través de programas como el Foro para el Futuro, del G-8, EE.UU. está apoyando iniciativas de países de todo el mundo musulmán para fomentar una mayor apertura política y económica, fortalecer la sociedad civil y crear más oportunidades para las mujeres. Este es el segundo paso, vital. Pero necesitamos la ayuda de todos. El silencio y la negativa a implicarse juegan en favor de los extremistas.

Están en juego la seguridad y el carácter abierto de nuestras sociedades democráticas. Está en peligro la posibilidad de una paz duradera. En palabras del presidente Bush, se trata de «la gran batalla ideológica del siglo XXI» y de «un llamamiento a nuestra generación». Perder es algo que no podemos permitirnos.



6 de septiembre de 2006

Conclusiones del verano (III): La hora del Prius

Dicen que la primera manifestación de la crisis de los 40 es el deseo compulsivo de cambiar de coche. Buena parte de mis amigos proximos a esa redonda edad, han caído en ese extraño síndrome, y, lejos de preocuparles, lo exhiben sin rubor. Aunque no es menos cierto que a los caso extremos les viene ocurriendo, desde hace años, cada dos minutos...

Tal cuestión no me importaría lo más mínimo si no fuera porque, cercano ya mi 37 cumpleaños, me ha entrado un súbito impulso de cambiar de coche. Ha ocurrido este verano, de la noche a la mañana, cuando el coche me ha parecido siempre un mal necesario...

Mi objeto del deseo, es el nuevo Toyota Prius.

Tuve mi primer coche, casi por obligación, a los 28 años. Lo compré una semana después de sacarme el permiso de conducción, empujado por Mimí, que me había inscrito en la autoescuela. Era un Mazda MX-3, pequeño y agradable de conducir.

Lo cambié casi por obligación. El nacimiento de María y la compra de un piso en la periferia, nos hizo necesitar un coche más grande. La oportunidad de compra de un Opel Zafira de empresa, que finalizaba un leasing de cuatro años, hizo el resto.

Pasados tres años, el Zafira nos ha vuelto a dejar tirados, por enésima vez, en Bueu.
De modo que, de la noche a la mañana, he empezado a bucear en bases de datos de coches, tratando de hacer una "elección racional", basada en tres parámetros: Menos de 30.000 €, más de 400 litros de maletero, y cambio automático. En igualdad de condiciones, he empezado a comparar por equipamiento, estética y consumo, dando prioridad a las marcas japonesas, por la buena experiencia con Mazda y la mala con Opel.

Y es así como he dado con el Prius, una pequeña maravilla tecnológica con conciencia medioambiental. No voy a describirlo aquí; pero recomiendo a quién no lo conozca, le eche un vistazo en www.toyota.es o, casi mejor, en km77.com.

A mi juicio, aunque se trate casi de un coche experimento, abre un camino importante a la industria automovilística.

Volveré a escribir sobre el Prius una vez lo tenga entre mis manos, hacia finales de año.

And here is the rest of it.

Conclusiones del verano (II): Boom, Boom, Bueu


Como cada año, desde hace diez, hemos pasado parte de las vacaciones en Bueu, un pequeño pueblo de Pontevedra que en el año 1900, tenía 7.200 habitantes, y a principios del siglo XXI cuenta con 12.500.

Algo nuevo se está moviendo entre Marín y Cangas. Seis inmobiliarias nuevas, seis, han surgido desde el último verano. Turistas en bermudas agudizan la vista en busca de la ganga, mientras los comerciales, apostados a la entrada, esperan el inicio el regateo. Bueu se está convirtiendo apresuradamente en un zoco, en el que un plano o una foto son capaces de acelerar el pulso a un ritmo insospechado.


Los padres de los vendedores se forjaron en la lonja y en los barcos, pero la pesca inmobiliaria es libre, menos sacrificada, y otorga mejores frutos. Hasta 240.000 euros se piden por un metro cuadrado, con vistas a la ría y a la pionera Sanxenxo. Es el preciado botín al que aspiran los colonizadores de un nuevo oeste que está por descubrir, y que empieza a sufrir las consecuencias.

No hago juicios de valor; me limito a señalar un fenómeno que está llegando hasta los pueblos más pequeños de una España en la que la arquitectura parece haberse convertido en el valor residual de un metro cuadrado sobre el que pisar. Sigo y seguiré siendo un firme defensor de la libertad individual, el derecho de propiedad y las leyes del mercado, terreno natural de un fenómeno que no es nuevo en las grandes ciudades, pero que alcanza ya pueblecitos, como Bueu, nacidos en el lejano siglo XIX, a la sombra de la industria conservera.

Me parece criticable, por el contrario, que muchos poderes públicos no sean capaces de crear el marco adecuado a este desarrollo demandado por los ciudadanos, compradores y vendedores. En un vano intento de parar el tiempo, parecen preferir que sus ciudades se conviertan en un desafortunado damero de improvisaciones, antes que abordar una sana planificación urbanística que les permita sacar el mejor provecho posible del territorio.

5 de septiembre de 2006

Arde Madrid


Al final, todo ha quedado en un susto, pero las llamas de ayer en Torre Espacio, no pudieron por menos que recordarnos a los madrileños el incendio en el Edificio Windsor.

Desde el inicio de su construcción, parecía haberse producido una suerte de competición de velocidad entre las cuatro torres de la antigua Ciudad Deportiva del Real Madrid (obras de Pelli, Rubio Carvajal y Alvarez-Sala, Foster, y Pei, Cobb, Fred & Partners), llamadas a configurar el nuevo skyline del Madrid gallardonita. La torre sufridora del incendio de ayer (la de Pei & Co.), había tomado, hasta ahora, cierta ventaja de altura. La resolución de la carrera de velocidad gana ahora en intriga.

Tengo la impresión de que, por muy visibles que sean los incendios en las alturas, pueden llegar a ser mucho más peligrosos para la convivencia ciertos incendios invisibles que se gestan tanto en lo más profundo como en la periferia de las grandes ciudades...


Anoche, de vuelta a casa, me resultaba tan irónico como esperanzador que, a pocos metros de las cuatro torres que rivalizan en individualismo (tanto como las estrellitas del futbol profesional), otras torres, los jugadores de la selección española de baloncesto, celebraran el triunfo del juego en equipo.

Comentario aparte merece el locutor de Telemadrid, explicando que "el edificio incendiado es muy seguro porque está construído con elementos estructurales verticales elaborados en hormigón de alta resistencia, que sostienen losas horizontales elaboradas también en hormigón". Sin palabras...


.

4 de septiembre de 2006

¡¡H2O con comentarios!!!

Por un error de configuración, todos los comentarios a los post habían quedado sumidos en un profundo letargo, en algún lugar de ciberespacio.

Gracias a mi querida Eva Pavo, (sietediasdesolypeople.blogspot.com), he recuperado todos para disfrute público público, y sin ningún tipo de censura.

Gracias a todos, incluso a "los putos amos del grafitti", como se autodefinen, de los que prefiero que se entretengan respondiendo a mis comentarios que ensuciando hormigón recién desencofrado.

Conclusiones del verano (I): Galáctico Koolhaas

Hasta este verano, no había tenido la oportunidad de visitar ninguno de los edificios realizados hasta la fecha por Rem Koolhaas, el gurú de la arquitectura contemporánea.


Como la gran mayoría de los arquitectos, me había hecho una impresión de su obra construída a través de la seleccionada colección de fotos con que nos obsequian las revistas de cuando en cuando.

De ahí que su arquitectura tuviera para mí un cierto aire cinematográfico, forzado por toda suerte de trucos que juegan con la perspectiva, los enfoques, la luz, el color.

En agosto tuve la oportunidad de visitar la Casa de la Música de Oporto, un impresionante ejercicio de arquitectura... y de fuegos artificiales.

El edificio bien parece una atracción de un parque temático patrocinado por 20th Century Fox. Sin ir más lejos, el arquitectónico meteorito y sus pasillos me remite subconscientemente a las naves de Star Wars por las que caminaba en los sueños de mi niñez...