El año ha comenzado con una extraña conjura de aparatos eléctricos... Porque no puede ser casual -no, no puede serlo- que un lavavajillas, un disco duro portátil, un cepillo de dientes eléctrico, y una conexión a Internet, se hayan estropeado a la vez. Podría haber ocurrido en el cambio de milenio, pero estamos en 2006, y cada una de las averías responde, al parecer, a motivos diferentes...
El lavavajillas se estropeó, a decir del técnico, por una sobrecarga de tensión (entiendo que achacable a la compañía eléctrica). El infarto electrónico hizo que el cerebro del aparato se negara a pedir agua de la toma, como el nuestro se puede negar a que las piernas intenten caminar... Y como la placa viene sellada con una capa de silicona, lo que antes se arreglaba cambiando un componente o un fusible, exige hoy un trasplante completo. Quizás el lavavajillas se ha automutilado, en un gesto de rebeldía contra la sobredosis de detergente que acompaña a estas fechas.
Lo de la memoria portátil es más grave, en la medida en que muchos ingenuos aprovechamos estas fechas para formatear el disco duro interno, para hacer limpieza de archivos obsoletos o corruptos. De modo que hoy me encuentro huérfano de miles de bytes (im)prescindibles, que se resisten a salir de sus sectores tras la resaca de fin de año... Se da la paradoja adicional de que, mientras se anuncian discos duros portátiles con 160 Gb por menos de 200 €, el servicio técnico me amenaza con una factura estratosférica si quiero recuperar mis 30 Gb de vivencias varias. Está claro que, en este caso, se trata de una venganza del disco auxiliar, en respuesta a la ejecución de los archivos homónimos del disco interno.
El cepillo de dientes ha pasado a mejor vida sin más, negándose a recargar, tras una rutinaria vida de dos años. Curiosamente, se va, como llegó, cerca del día de Reyes... ¿Estarán programados para su autodestrucción y reposición?
Por último, Telefónica ha tenido a bien felicitar el nuevo año a algunos usuarios de tarifa plana, con la suspensión del servicio durante un par de días. Sin duda lo ha hecho por nuestro bien, para que nos dediquemos intensamente a la vida familiar... Pero me angustia comprobar, cuando no la tienes, la dependencia que causa la información que llega cada día a través de Internet.
En definitiva, el año ha comenzado con extrañas coincidencias. Es decir, como cualquier otro año...
4 de enero de 2006
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario